Año 5 Número 53 Agosto 2007

César Barrios

La extraordinaria complejidad estructural de cualquier selva del mundo, incluyendo las de Quintana Roo, es que contiene una infraestructura necesaria para una de las “maquinarias” ecológicas más sofisticadas del planeta. En el transcurso de un año determinado, las selvas del mundo capturan más luz solar por unidad de área que cualquier otro sistema ecológico natural. Una pequeña aunque significativa porción de esta radiación solar es incorporada dentro de moléculas complejas, que finalmente proveen la energía y estructura capaz de mantener a la selva, creando uno de los sistemas de aprovechamiento de energía más eficientes que jamás ha logrado imitar el hombre.
Normalmente los suelos donde crece la selva son delicados y pobres en minerales, aunque, sin embargo, son eficientemente drenados por sistemas de raíces, ayudados en la mayoría de los casos por hongos simbiontes. Las plantas y tejidos animales muertos se descomponen rápidamente y son reciclados para el uso de los componentes vivos del ecosistema selvático; no obstante la mayor parte de la energía para el desarrollo de las plantas selváticas proviene de la luz solar.

¿Por qué las plantas son verdes?
Los ecólogos (no confundir con eco-logistas) usan el término productividad para describir la cantidad de radiación solar, transformada por las plantas en moléculas complejas, como los azúcares. El proceso bioquímico por medio del cual esta transformación de energía se logra es por supuesto la fotosíntesis.

Productividad
De todos los ecosistemas terrestres en ninguno se logra más fotosíntesis que en las selvas, incluyendo las de Quintana Roo. Según los ecólogos, una hectárea de selva supera en productividad por más del doble a una de bosque de pinos del Hemisferio Norte; por un 50% a una de bosque templado y por entre cuatro a cinco veces a la sabana y pastizales. Los mismos ecólogos distinguen entre la Productividad Primaria Bruta (PPB) y la Productividad Primaria Neta (PPN). La primera se refiere a la cantidad total de fotosíntesis lograda, en tanto que la última a la cantidad de carbono fijado; en otras palabras, la cantidad de carbono utilizado por la planta para crecimiento y reproducción.
Las selvas gastan entre un 50 y un 60% de su productividad primaria bruta en su propio mantenimiento. Lo que esto significa es que la productividad primaria bruta y la tasa total de fotosíntesis es enormemente mayor en las selvas que en virtualmente cualquier otro ecosistema en el planeta.
En el transcurso de un año, un me-tro cuadrado de selva captura cerca de 28 kilocalorías de luz solar, de este total las plantas convierten un mínimo de 8.4 kilocalorías (cerca del 35%) en nuevo crecimiento y reproducción, utilizando el remanente para energía de mantenimiento.

Cuidado
Cuando las selvas son taladas, como las de Quintana Roo, y reemplazadas por campos de cultivos o de golf, áreas de ganado, pavimento o construcciones, se pierde la energía y productividad de las selvas. Se estima que las selvas almacenan un 46% del carbono viviente total del mundo.
Si usted observa una foto satelital de México o específicamente de la Península de Yucatán, podrá distinguir claramente que de los tres estados peninsulares es en Quintana Roo en donde aún quedan grande extensiones de selva con buena salud, pero si en la misma foto se puede hacer un acercamiento para ver la tierra a 100 metros de altura, podrá distinguir claramente las marcas y brechas para fraccionar la tierra, venderla y desarrollarla, lo que implicará sin duda algún impacto sobre la cobertura selvática.
El cuidado que se debe tener es que este impacto sea el menor posible y se genere de una forma inteligente; cada desarrollo debe destinar áreas de igual tamaño a la conservación de la vegetación original. Conservando la vege-tación original se garantiza no sólo la productividad de la selva sino también la plusvalía ambiental de Quintana Roo; si los desarrollos se basan exclusivamente en la productividad económica de la inversión y no en conservar la productividad, en este caso de la selva, lo más seguro es que tarde o temprano el famoso desarrollo se convierta en un subdesarrollo.
La invitación es a todos los desarro-lladores a participar con Amigos de Sian Ka’an para lograr conservar más tierras, aguas y mares en el Caribe mexicano.

 

 
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