¿Será?

por Latitud21 Redacción

 

Lo que me ha llevado a tratar el tema de la Renta Básica Universal es la lectura de algunos conceptos que contiene el libro Utopía para realistas, de Gunter Bergman, recientemente publicado en español. El autor reflexiona acerca de las paradojas que se presentan con la globalización y la prevalencia del capitalismo, enfatizando precisamente que en la era de la abundancia millones de personas sufran escasez de bienes básicos para su bienestar.

Dicha situación de pobreza, señala el autor, tiende en todo caso a agravarse si partimos del hecho de que el avance tecnológico provocará una sensible pérdida de empleos ante el surgimiento de nuevas formas de producción, algunas basadas en robots.

Nos recuerda que muchas pruebas científicas demuestran que la pobreza resulta enormemente cara para la sociedad, al generar más delincuencia, peores resultados académicos y padecimientos sicológicos, como la depresión o la ansiedad. Así las cosas, propone que sería mucho más económico erradicar la pobreza que seguir gastando en combatir las consecuencias que genera.

Y quizá el aspecto más interesante de cuantos se tratan en el libro sea la propuesta que hace para combatir la pobreza, la cual se aparta de la ortodoxia de un sinfín de programas sociales condicionados y selectivos. Propone el establecimiento de una Renta Básica Universal, que no es otra cosa que un ingreso otorgado por el Estado a toda la población, de manera incondicional e igualitaria.

Para Bergman, varias son las ventajas de un sistema incondicional como el que propone, destacando que se generarían importantes ahorros al no requerirse todo un aparato burocrático que supervise que se cumplan las condiciones establecidas, evitaría que las personas que perciban el subsidio queden atrapadas en la pobreza, inhibidas de buscar algún empleo por el temor a perder el acceso al subsidio; liberaría a los individuos de la estigmatización social, otorgándoles la seguridad de un ingreso al inicio de cada mes, lo que generaría una mayor libertad para que cada uno defina lo que quiere hacer con su vida; las personas podrían tener la opción de emprender proyectos o de buscar “el pescado”, sin tener que ir a solicitar que graciosamente se lo entreguen. Y además, puede contribuir al impulso de las economías locales y evitar la manipulación política a que dan lugar otros tipos de programas asistencialistas.

En el sitio de www.redrentabasica.org se encuentra material relacionado con este tema, como aquel reporte que habla de los casos experimentales, los cuales, en su mayoría, muestran muy buenos y esperanzadores resultados. Entre ellos se encuentra un experimento con fondos de UNICEF (que además supervisó el proceso), el cual se llevó a cabo en India, en el estado de Madhya Pradesh, entre junio de 2011 y noviembre de 2012. Se eligieron de manera aleatoria ocho pueblos de la zona, y a cada adulto residente se le otorgaba una renta básica de 200 rupias, que aumentarían hasta 300 después de un año. Además, se escogieron 12 pueblos, también de manera aleatoria, como grupos de control. De esta forma se pudo observar de manera muy rigurosa los efectos de una Renta Básica en una comunidad entera, minimizando los errores de muestreo y demostrando resultados muy positivos. En especial, cabe resaltar los relacionados con el mercado de trabajo: se generaron más empleos y hubo un traslado de mano de obra de actividad asalariada ocasional hacia la actividad agrícola y por cuenta propia (autónomos). También desencadenó la migración fuera de la zona y se generó un aumento de los ingresos relativos de las mujeres. Hubo además una disminución de lo que llaman bonded labour, es decir, trabajo de servidumbre realizado para pagar una deuda contraída.

Obviamente, la propuesta de una Renta Básica Universal genera inquietudes y muchas preguntas. En tanto, debo confesar que la idea ha venido arraigándose cada vez con más fuerza en mi mente. “De los pobres es el reino de los cielos”, se nos ha dicho. Probablemente así sea, pero en ese caso, en el transcurso de sus vidas en esta escala terrenal se la pasan bastante mal, por lo que no hay excusa para explorar alternativas como ésta que terminarían con la pobreza extrema, prácticamente desde el primer día de su implantación. Me ha dicho mi amigo Pepe: ¡Ah, qué licenciado Espinosa, proponiendo soluciones de país desarrollado para un país como México! Pues sí, creo que es la hora de que dejemos esa complaciente actitud de país subdesarrollado y nos permitamos pensar de manera diferente: como lo hacen los desarrollados. ¡Que me apunte Gunter entre los que aún creen en las utopías!