Roberto García de Café Nader

por Latitud21 Redacción

La mayor satisfacción de Roberto García, mesero de corazón desde hace 39 años, es contar con la confianza y amistad de los clientes que a diario visitan el Café Nader, firma en la que trabaja desde hace 25 años. “Me encanta mi trabajo… es mi pasión, soy amante del oficio”.

Roberto, de 58 años y padre de tres hijos –ninguno de los cuales hasta ahora ha seguido su vocación-, comenzó a trabajar como mesero a los 18 años cuando su tío, con una amplia experiencia en el oficio, le enseñó a “mover la charola”, habilidad que fue mejorando con el tiempo.

Recuerda que su debut laboral fue durante una presentación que ofreció Marco Antonio Muñiz en un hotel de la avenida Reforma en la ciudad de México. “Fue un show muy elegante, me encantó, y desde ahí me enganché en este oficio, del que estoy orgulloso”.

Roberto comenta que estudió en el CCH y pensaba seguir la universidad, pero “se me atravesó Cancún”. Cuando vino a esta ciudad, impactado por la belleza natural del lugar, decidió, como la mayoría, quedarse. “Era un lugar hermoso, totalmente virgen”.

Trabajó cerca de un año y medio en el hotel Presidente Intercontinental, luego en la cafetería Deli de la avenida Tulum y en Deli Nautilus, y más adelante, a invitación de un pariente, entró a trabajar en Café Nader, empresa de la que hasta ahora ha recibido muchas satisfacciones y considera su casa.

“En Café Nader me tocó conocer a muchas personalidades de la política –desde gobernadores  hasta presidentes municipales y otros funcionarios públicos-, y colegas de ustedes (periodistas), por la cercanía que tenía con el  Palacio Municipal, con las instalaciones de Seguridad Pública y otras dependencias”.

Hoy en día, a cargo de la gerencia de Café Nader de la avenida Nichupté desde hace seis años, Roberto comenta que “me encanta atender a los clientes, es mi pasión, soy amante de este oficio que a lo largo de todo este tiempo me ha dado grandes amigos que confiaron en mi trabajo y eso fue redituable, no solo en propinas sino en mi vida.

“En la actualidad las personas que desean laborar como meseros solo quieren saber cuánto van a ganar y cuándo van a descansar. Me ha tocado contratar a personas que consideran fácil desempeñar este trabajo, pero no es cierto, hay que tener corazón, ganas, pasión y gusto para atender a los clientes”.

En todos estos años de trabajar en el café solo tiene cinco faltas justificadas, y los clientes “nunca me han visto enojado, al contrario, siempre les doy mi  sonrisa. Traté de que mis hijos incursionaran en el oficio, trabajaron un tiempo como meseros y no les gustó, a pesar de hacerlo muy bien.

“Agradezco a los dueños del café por la confianza y oportunidad que me dieron para trabajar en este lugar, que aún reúne a importantes personalidades y familias de Cancún; me fascina mi trabajo y lo haría de nuevo, incluso después de pensionarme”. (Marlene Hernández)